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Entropía de Boltzmann no se inscribe en la cómoda topología de la "banda", sino como una máquina semiológica que articula las tensiones entre la música concreta, el drone y el noise, empleando la lutería experimental y la síntesis de audio.
Nacido en Caracas, como un sistema abierto —análogo a su principio termodinámico— donde la única constante es el ensayo perpetuo entre el Ruido y la Estructura. En última instancia, es la articulación de la poesía como acto fónico que busca el goce en la desintegración controlada del código musical.
He aquí, la inscripción de un cuerpo sonoro que se entrega a su propia dispersión. No la música como mero agenciamiento de melodías, sino como la manifestación textual del Ruido, esa categoría siempre al borde de la significación, siempre en el límite del placer y el goce —ese escalofrío que disloca la cómoda gramática de la escucha. De Caracas, lugar de turbulencia y sedimento, emerge Entropía de Boltzmann, no como una banda, sino como un tejido de vibraciones: música concreta, drone, noise. Se trata de la lengua que se ahoga en el infinito oscilante, del idioma que es incapaz de clausurarse en la frase, y por ello, se excede en la materia cruda de lo fónico.
Escúchese el gesto:
Es el registro de los embates silenciosos que, por su latencia, son más violentos que el estruendo. Se perciben los temblores de la capa iluminada, la fragilidad de la forma ante el caos inminente. El ritmo deviene vaivén rápido y martirizante, una percusión sin matriz, una obsesión que no articula, sino que deshace. Aquí, la técnica no es un fin, sino un dispositivo de ruptura: la lutería experimental no fabrica instrumentos, sino artefactos que fuerzan el sonido hacia su límite de inteligibilidad; la síntesis de audio no imita, sino que extrae el grano del ruido, lo aísla en su danza ante líneas luminosas. La poesía, por su parte, es el texto que se ha vuelto carne, un cuerpo extendiéndose para volver a redistribuirse ante los otros.
El proyecto opera sobre el principio barthesiano de la ocultación/reaparición: ser uno en la negación del sentido, para ser otro en el resplandor inerte del puro sonido. No es la obra que se ofrece, completa y terminada, sino el Texto que exige una lectura productiva, un ahogo compartido. Entropía de Boltzmann no se escucha, se experimenta. Es la ciencia del desorden trasladada al oído, la fascinación por el colapso controlado. Un catálogo de la disolución para la discográfica que entiende que el signo más potente es aquel que está a punto de desintegrarse.
